El actual modelo económico lineal basado en Extraer – Producir – Consumir – Desechar, tiene a los recursos naturales y a nuestra sociedad colapsados. Frente a esta problemática, la Economía Circular propone principios basados en el funcionamiento de los ecosistemas, en donde nada se pierde, sino que entra en ciclos virtuosos de regeneración. Bajo esta premisa, analicemos por qué una prohibición como está planteada en la Ley 21.100 que prohíbe las bolsas plásticas de comercio no conversa plenamente con los principios de Economía Circular.
Lo primero sería considerar el diseño de una política pública con al menos dos objetivos generales: regenerar los recursos y evitar la generación de residuos. Esto significa “cerrar el ciclo”, pero no del producto bolsa, si no de la basura, en los ámbitos natural, social y económico. Lo que podría alcanzarse si se regula visualizando disminuir los desechos enviados a relleno sanitario a través del compostaje de la fracción orgánica. Y para esto se requiere una bolsa adecuada que permita su almacenaje. Al prohibir la entrega de las bolsas plásticas comerciales, la ley actual está eliminando la producción excesiva, su mala calidad y su incorrecta disposición final. Pero no resuelve la contaminación asociada a la industria de las bolsas, ni disminuye la generación de desechos. Por el contrario, traslada el problema hacia otro tipo de bolsas plásticas, como la de basura o la de papel, y éstas no están reguladas. En este contexto, se pierden oportunidades al prohibir, en lugar de regular para poner los incentivos donde corresponde.
Para lograr este Cierre de Ciclo de la basura y tener un triple impacto positivo, se necesita una buena cuota de innovación y sinergias.
Primero, implica que para regenerar los recursos naturales requerimos usar y reutilizar materiales orgánicos, con baja huella de carbono y de fuentes renovables. Además, estos deben estar pensados para que vuelvan a la tierra junto con la fracción orgánica de los desechos, por lo que es fundamental que se incorporen a un sistema que los recupere.
En segundo lugar, los recursos sociales van a florecer por dos vías: a través de un cambio cultural hacia un mayor bienestar, como es la masificación del reciclaje (en desechos orgánicos e inorgánicos y en alcance poblacional); y con la generación de nuevos puestos de trabajo que apelan a la trascendencia, “sentirse bien con lo que se hace”.
Y tercero, los recursos económicos se pueden restaurar al menos de dos formas. Una forma es al incorporar a la oferta otras alternativas comerciales, impulsadas por la regulación en la política pública, como fabricar bolsas reutilizables también de materiales orgánicos que puedan ser compostadas (algodón, yute, sisal, etc.). Y la otra forma es mantener el valor dentro de la producción, enfocándola a que resuelva varias necesidades usando tecnologías verdes. Algunas de estas innovaciones son el uso de biopolímeros para hacer las bolsas compostables mencionadas (a partir de algas, maíz, almidones, etc.).
Un ejemplo de iniciativa circular para abordar el tema de residuos está en Escocia. En el 2014, el país reguló la bolsa de comercio. Entre otras cosas, se establecieron criterios de calidad en el plástico, pero por sobre todo se le puso un cargo de aproximadamente $50 CLP. Parece nada, pero significó la disminución de su consumo en más del 80%. Mientras tanto aumentaron las alternativas de bolsas reutilizables, de plástico reciclado, resistente y reciclable, de fibras naturales y de biopolímeros compostables. Paralelamente, al haber tasas con impuestos para lo que va al relleno sanitario, también ha ido aumentando la recolección diferenciada de residuos y, por lo tanto, la infraestructura para compostaje industrial. Lo que significó la aparición de bolsas compostables de basura y comerciales, las que, a su vez se reutilizan como bolsas de basura.
En Chile, aún se puede llegar a un resultado circular que agrupe todos los beneficios mencionados, siempre y cuando avancemos en los cambios necesarios pensando en regenerar los recursos y evitar la generación de residuos, que son los objetivos más básicos de la Economía Circular.
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