La empresa alemana crea química para transformar la economía lineal en un modelo circular, donde los residuos se conviertan en materia prima para la producción de nuevos productos y componentes, buscando extender la utilidad en todo momento, para ello promueve el trabajo colaborativo.
BASF, empresa alemana con más de 150 años de existencia, ha sido pionera en la introducción de materiales (polímeros plásticos) totalmente biodegradables y certificados compostables.
Los bioplásticos son materiales hechos enteramente, o en parte, de materias primas renovables como ácido poliláctico (PLA), polihidroxialcanoato (PHA), almidones, celulosa y quitina, entre otros. Estos pueden ser biodegradables y, en algunos casos, compostables. Estos últimos, gracias a esta estructura, pueden ser descompuestos por microorganismos en instalaciones de compostaje industrial y volver, como abono para plantas, a la economía.
Un buen ejemplo de lo anterior es ecovio, un polímero biodegradable y compostable creado por BASF en 2006 con materias primas de fuentes renovables (ácido poliláctico extraído del maíz) que presenta diversos usos. El más destacado es el ser una materia prima para la fabricación de films y bolsas, las cuales sirven para cerrar los ciclos de vida o de uso de los productos, dando un nuevo fin a desperdicios de residuos orgánicos que podrían volver a ser utilizados.
El material es 100% compostable y genera abono de alta calidad a partir de residuos orgánicos. Este producto se puede usar, también, en envases plásticos como cubiertos, bandejas, vasos, platos, entre otros. También puede ser utilizado como mulch films para la agricultura.
“En BASF creamos química para un futuro sustentable. Con presencia en diversas industrias, tenemos la responsabilidad de difundir e impulsar buenas prácticas en materia de cuidado ambiental”, indica Gustavo Arriagada, coordinador de negocios de Materiales de Performance de BASF.
“Buscamos trabajar de forma articulada en términos de disponibilidad de producto, asesoramiento técnico, concientización y marco regulatorio, entre otros”, agrega.
La experiencia chilena
De los casi 17 millones de toneladas de residuos que se producen anualmente en Chile, cerca de 7 millones son residuos domiciliarios. Cabe señalar que cerca del 40% de los residuos domiciliarios en Chile está compuesto por desechos orgánicos, los que se podrían reciclar y volver a la tierra como compost.
En su compromiso con la comunidad y el medio ambiente, en 2017 BASF desarrolló el Proyecto Futuro Compostable, un piloto que involucró a 204 hogares de Providencia y La Reina.
“Este proyecto demostró que en Chile están presentes todos los actores que permiten realizar de manera efectiva el proceso de reciclaje orgánico, reanudando así el ciclo de la vida, considerando que el compost se utiliza en agricultura y jardinería, como mejorador de suelos y controlador de la erosión”, destaca Gustavo Arriagada.
En el proyecto se capacitó a los participantes de modo que se mantuviera la rigurosidad del proceso. A los voluntarios de las casas involucradas se les entregaron bolsas de basura compostables basadas en ecovio para que depositaran los residuos orgánicos (frutas, verduras crudas sin aliñar, cáscaras de huevo, bolsas de té y borras de café).
El proceso continuó con el retiro y pesaje de las bolsas dos veces por semana por parte de la empresa Hope Chile, una compañía especialista en reciclaje. Al final, los residuos orgánicos se trasladaron a la planta de compostaje Idea Corp, en la que los residuos se transformaban en compost, un abono natural rico en minerales, que es el resultado de su descomposición controlada.
Gel refrigerante
“BASF ha hecho de la innovación la piedra angular de su estrategia de negocio. Como resultado, el 60% de la inversión en I+D+I tiene como objetivo el desarrollo de productos y soluciones que contribuyan a la sustentabilidad. Incluso la estrategia regional de crecimiento al año 2025 establece que el 30% de las ventas deben venir de proyectos de innovación”, explica Gustavo Arriagada.
En esta línea de colaborar con la innovación local y en un desarrollo conjunto con la empresa chilena DLC, crearon el EcoGel, un gel refrigerante basado en ecovio, y que es 100% biodegradable y compostable. “EcoGel es un sustituto del hielo usado para el transporte y conservación de alimentos y productos perecederos que necesitan mantener la cadena de frío durante su distribución”.
En el caso de EcoGel, debido a su carácter compostable por las propiedades de ecovio, “una vez desechado se transforma en abono natural que se utiliza para mejorar los suelos, volviendo así al ciclo de la vida”.
Finalmente, Gustavo Arriagada destaca que -a diferencia del paradigma de la sociedad de consumo tradicional, que se basa en comprar, consumir y desechar- en BASF “nuestro desafío se ha enfocado en transformar la economía lineal en un modelo circular, donde los residuos se conviertan en materia prima para la producción de nuevos productos y componentes, buscando extender la utilidad en todo momento”.
Para que esto sea posible, agrega que se debe “promover el trabajo colaborativo entre todas las partes que intervienen en los procesos de producción, consumo y disposición de materiales” incluyendo a los clientes, proveedores, empleados y consumidores.
Fuente: Ediciones Especiales El Mercurio
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