Los últimos datos hechos públicos durante la X Conferencia Europea de Bioplásticos hablan de un crecimiento del mercado de los bioplásticos del 350% a medio plazo, una cifra a la que se suma otro dato: la capacidad de producción mundial de bioplásticos pasará de 1,7 millones de toneladas en 2014 a aproximadamente 7,8 millones en 2019, según un informe del Instituto de Bioplásticos y Biocomposites de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Artes de Hannover y Nova-Institute.
La producción de plásticos biodegradables, como PLA (ácido poliláctico), PHA, y las mezclas de almidón también crecerá de manera constante antes de 2020 -hasta casi el doble-, y pasarán de los 0,7 millones de toneladas de 2014 a las más de 1,2 millones de toneladas que se prevén para 2019.
Aunque por sectores de aplicación, el del packaging sigue siendo el mayor consumidor de bioplásticos con casi el 70% del total del mercado de los bioplásticos -se espera que esta cifra aumente a más del 80% en menos de cuatro años-, por una creciente demanda de los consumidores de productos con menor impacto ambiental.
Los bioplásticos, presentes en todos los sectores
Aimplas, el Instituto Tecnológico del Plástico, con sede en Valencia, desarrolla anualmente más de más de 150 proyectos de I+D+i dirigidos a empresas que apuesten por el desarrollo de materiales innovadores, la optimización de sus procesos de transformación o la búsqueda de nuevas aplicaciones. Para ello también colabora con otros centros tecnológicos, organismos públicos de investigación, universidades e ingenierías.
En este sentido, las investigaciones de Aimplas diferencian dos grandes áreas: plásticos y refuerzos procedentes de fuentes renovables, y plásticos biodegradables, ambos con numerosos sectores de aplicación como la mejora de las propiedades de los envases plásticos para el aumento de la vida útil del producto envasado, su resistencia a altas temperaturas (microondas) o los envases biodegradables, entre otros.
El uso masivo de los plásticos actualmente es una realidad que afronta dos problemas fundamentales: por un lado, su fabricación a base de petróleo, un recurso natural no renovable, y por otro, el impacto ambiental de un residuo con una alta resistencia a la degradación de sus compuestos.
El plástico está presente cada día en la rutina habitual de los ciudadanos. Y las bolsas de plástico son uno de esos productos ‘habituales’ que casi a cada momento aparecen en esas rutinas. Por eso, en los últimos años los plásticos se han convertido en el ‘caballo de batalla’ de la legislación ambiental europea por su rápido consumo y sus consecuencias negativas en el entorno, especialmente el marino.
El sector de la agricultura es otro ejemplo; un sector en el que se desarrollan materiales biodegradables para films de invernadero, cuerdas tutor para el cultivo de plantas y tuberías, o trampas que impiden la generación de plagas.
En materia de automoción, Aimplas ha comenzado a desarrollar biocomposites a partir de fibras naturales, revestimientos de interiores de medios de transporte a partir de fuentes renovables -y además reciclables-, o biomateriales a partir de lino y cáñamo más resistentes al fuego para el interior de trenes. En el sector eléctrico y electrónico ha comenzado a investigarse en el desarrollo de carcasas de aparatos electrónicos a partir de residuos agrícolas.
Pero los bioplásticos han llegado también al sector del menaje del hogar, con perchas biodegradables, de la construcción (bioplásticos a partir de fibras de madera), sector naval (uso de fibras naturales en barcos), energía (fibras naturales en paneles solares) o aeronáutica, donde también han comenzado a aplicarse materiales basados en fuentes renovables (resina de soja, fibras de lino y yute…).
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) calcula que entre un 70 y 90% de los residuos acuáticos que se encuentran en las playas son plásticos. Y cada año circulan unas 800.000 toneladas de estas bolsas sólo en la Unión Europea.
Algunas empresas europeas están ya apostando por la idea que, -en el marco de las recientes tendencias relacionadas con la ‘economía circular’-, aboga por considerar los residuos como recursos, también los plásticos. La conocida cadena de supermercados británica Tesco acaba de lanzar una iniciativa para reciclar los residuos plásticos postconsumo que se generan en sus almacenes y aprovecharlos en la fabricación de bolsas de un solo uso.
EEn colaboración con la empresa de reciclaje y gestión de residuos Eurokey Recycling -ambas miembros de la organización Recycling of Used Plastics (Recoup UK)– Tesco ha comenzado a utilizar los residuos plásticos generados en sus propios establecimientos comerciales –como palés o embalajas multipack- para convertirlos en nuevos productos útiles para los clientes.
Las nuevas bolsas de compra de Tesco están fabricadas por la empresa alemana Papier-Mettler a base de polietileno de baja densidad (LDPE) 100% reciclado. Un 80% de los materiales usados son residuos plásticos postconsumo y el 20% restante son residuos del propio proceso de producción.
El residuo de plástico recogido por Eurokey se clasifica posteriormente en sus instalaciones en Europa del Este para preparar su reprocesamiento. Después, los restos plásticos son procesados y granulados en la planta de Papier-Mettler en Morbach (Alemania).
Allí, el polietileno de baja densidad (LDPE) reciclado se usa para producir las bolsas de Tesco, que han comenzado a distribuirse en las tiendas desde el pasado mes de octubre, y que próximamente incorporarán el logotipo The Blue Angel, una ecoetiqueta de origen alemán que certifica que un producto es reciclado.
En palabras de Marcus Gover, director del Waste & Resources Action Programme (WRAP) -el Programa de Acción de Residuos y Recursos que trabaja en colaboración con el Gobierno del Reino Unido y la UE en la protección de los recursos naturales- “la iniciativa de Tesco para incluir los residuos postconsumo en sus nuevas bolsas es un paso positivo y bienvenido. Ahora los compradores de Tesco podrán apreciar de primera mano el potencial del plástico reciclado y ayudará a reforzar un mensaje positivo de reciclaje”.
Fuente : compromisoempresarial.com
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